miércoles, 18 de junio de 2008

La muerte de Christopher Marlowe

Christopher Marlowe era el dramaturgo más grosso de la Inglaterra del siglo xvi. Hasta que se murió y el cetro pasó a manos de William Shakespeare. Varios eruditos dicen que Shakespeare odiaba a Marlowe, hipótesis apoyada por el hecho de que ninguna obra de Shakespeare fue llevada a escena sino hasta después la muerte de Marlowe. Aunque la misma hipótesis suena descabellada al comprobar que todos los registros afirman que Marlowe y Shakespeare nunca se vieron las caras y que Shakespeare fue un total desconocido hasta el estreno de su primera obra, varios meses después de la muerte de Marlowe. Pero la verdad es que Marlowe no se murió. Marlowe fue asesinado. Y todavía hoy queda una pátina de misterio acerca de qué fue lo que sucedió. El fin del siglo xvi no era la mejor época para ser londinense. Las condiciones climáticas eran las mismas que ahora, solo que no tenían luz eléctrica, ni antibióticos y ni agua corriente. Encima la peste bubónica mataba a uno de cada cinco habitantes. En ese escenario reinaba Isabel I, que era protestante y tenía un servicio secreto dedicado exclusivamente a desbaratar las conspiraciones de los católicos para asesinarla. No se sabe cuántas personas trabajaban en esa empresa, pero los que nos interesan son solo dos. Robert Poley y Nicholas Skeres. Poley era un agente de carrera. Había trabajado toda su vida al servicio de la reina llevando correspondencia secreta por todas las cortes de Europa. Era tranquilo, sonriente, y si su majestad Isabel I le pedía algo, él lo hacía. Skeres era el asistente de Poley. Un tipo oscuro del norte de Inglaterra al que nadie le entendía cuando hablaba, y al que igual no hacía falta entender porque las relaciones diplomáticas de la pareja estaban a cargo del sonriente. Skeres, además de oscuro era grueso, feo, tosco. Poley lo había conocido en un prostíbulo de Londres la noche en que Skeres apuñaló a dos borrachos y una puta en una pelea por una cuenta impaga. Al final de la reyerta le ofreció el perdón real a cambio de sus servicios de por vida. En 1593, Marlowe no estaba en Londres. Marlowe estaba en Deptford. Algunos dicen que escapando de la peste bubónica, otros que escondiéndose de los hombres de la reina que lo buscaban por hereje. Marlowe, además de ser el dramaturgo más grande de su tiempo, era católico. Y una acusación de herejía podía incluir cosas tan amplias como ser católico, leer un libro prohibido o acostarse con un hombre. O conspirar contra la reina de Inglaterra. Y Marlowe llevaba a cabo todas estas actividades con frecuencia. El 29 de mayo de 1593, Marlowe recibió una carta de Thomas Walsingham, su mecenas. En la carta, Walsingham le explicaba que los hombres de la reina siempre habían sabido de su escondite, y que si no lo habían matado hasta ahora había sido por su protección. También le decía que su protección había llegado a su fin y que lo mejor que había podido negociar era una reunión para el día siguiente con dos representantes de la corona. En esa reunión le iban a ofrecer un trato a cambio de no ejecutarlo. Walsingham creía que Marlowe iba a tener que escoger entre la ejecución y el destierro, y le recomendaba elegir el destierro. En esa época los reyes duraban mucho menos que los poetas y siempre iba a tener la oportunidad de volver. Marlowe recibió la carta de manos de Igram Frizer, el asistente personal de Walsingham. Por eso sabía que la carta no era falsa y que la reunión no era una trampa. A menos que Walsingham también estuviera implicado, en cuyo caso, todo estaba perdido. La carta terminaba diciendo que Frizer, el asistente de Walsingham, estaba ahí para ayudarlo en lo que fuera necesario. Yo creo que si Walsingham hubiera estado al tanto de lo amplia que era la imaginación de Marlowe, hubiera limitado su oferta. Esa noche Frizer se quedó a dormir en la cabaña de Marlowe. Nadie sabe por qué, nadie sabe de qué hablaron. Y nadie sabe lo que las palabras de Marlowe, dramaturgo, conspirador, disoluto y erudito, pudieron haber hecho sobre los oídos de un simple asistente. Al día siguiente Marlowe y Frizer salieron a encontrarse con los dos agentes de la reina, que no eran otros que Skeres y Poley. La reunión se llevó a cabo en la casa de Eleanor Bull, una dama que alquilaba su casa para reuniones y que a las cinco en punto servía té y scons. La presencia de Eleanor es importante porque no hubo otro testigo que no estuviera, de un modo u otro, implicado en el asesinato. Su versión de los hechos, parcial y fragmentaria pero honesta al fin, es la que aparece en el reporte del investigador encargado del crimen de Marlowe, el único documento confiable sobre este caso[1]. Eleanor Bull presenció la muerte de Marlowe desde el patio de su casa. Llevaba una bandeja con té y scons en el momento en que vio, a través de la ventana que daba al patio, lo que sucedía dentro de la habitación. No pudo escuchar nada y solo pudo ver lo que el cuadrado transparente dejaba ver. En una mesa estaban sentados Marlowe, Frizer, Poley y Skeres. A un lado, el poeta y el asistente. En frente, los dos agentes de la reina. A pesar de no saber de qué hablaban, Eleanor asegura que estaban teniendo una discusión acalorada. Entonces Marlowe desenfunda un cuchillo. El poeta amenaza a los agentes de la reina y Frizer, el asistente de Walsingham, trata de detenerlo. Lo toma de muñeca e intenta sacarle el puñal. Marlowe reacciona y con un movimiento brusco se lo saca de encima. Frizer, casi instantáneamente y como si fuera el paso de una coreografía, desenfunda su propio puñal y se lo entierra en el ojo al máximo poeta de la Inglaterra isabelina. La imagen de Marlowe retorciéndose del dolor mientras le brota sangre del cuenco del ojo fue demasiado para Eleanor, que se desvaneció. Cuando volvió en sí, Marlowe seguía vivo y había parado la hemorragia con uno de sus manteles. Skeres y Poley habían reducido a Frizer y lo tenían maniatado. En el suelo, Marlowe grita que lo lleven a un hospital. Los agentes de la reina dudan y Eleanor sugiere subirlo una carreta y viajar hasta el hospital de Blackheath. Los agentes primero dudan y luego acceden. Skeres, el oscuro, se queda custodiando a Frizer. Poley, el sonriente, se va con Miss Eleanor y Marlowe en la carreta. Cuando llegan al hospital de Blackheath Marlowe ya no habla, ni siquiera gime de dolor. A cien metros del edificio, se pueden ver los cuerpos de los enfermos de peste. La muerte negra había hecho rebalsar el sistema sanitario inglés y los cadáveres se mezclaban con los enfermos que esperaban atención médica o por lo menos una muerte digna. La carreta se acerca de a poco y el olor putrefacto se les mete a Eleanor y a Poley en la boca y en la nariz. El cuerpo puede más que la educación y Miss Eleanor Bull vomita sobre un costado de la carreta. Dice que no avanza más. Poley no intenta convencerla y hace caso. Para él Marlowe está muerto y le da lo mismo si deja este mundo desangrado o por la peste bubónica. Abandonan el cuerpo del poeta en el suelo y se van diciendo que hicieron lo mejor que pudieron. Marlowe no pide auxilio ni gime de dolor. De vuelta en la casa de Miss Eleanor Bull, Poley le cuenta a su compañero lo que sucedió y se llevan a Frizer para que sea juzgado por el asesinato de Marlowe. Ingram Frizer pasó un mes en un calabozo de la Torre de Londres, al cabo del cual fue absuelto por haber actuado en defensa propia. Christopher Marlowe fue enterrado en una fosa común del cementerio de St. Nicholas, el primero de junio de 1593. Los artículos y las publicaciones al respecto de la muerte de Marlowe se apilan a montones. La mayoría dicen que ir a la casa de Eleanor Bull fue el peor error que Marlowe pudo haber cometido. Otras, como la de Calvin Hoffman, creen que fue la obra más personal y arriesgada de su carrera de dramaturgo, la última antes de desaparecer y comenzar a escribir las obras maestras que enviaría a Londres para que las publique, con su nombre, el campesino llamado William Shakespeare. [1] En 1925, el erudito Leslie Hotson encontró en la Public Record Office of the United Kindom el reporte del investigador. Hasta ese entonces, toda la información sobre la muerte de Marlowe provenía de las elegías, necrológicas y otros elogios fúnebres que los escritores de la época dedicaron al dramaturgo.

6 comentarios:

  1. El lector avezado se habrá dado cuenta que este cuento está demasiado bien escrito como para ser de la pluma de L. Efectivamente. Gracias Jota por colaborar. Fíjense que está como autor de la entrada.
    Perdón, Jota, yo sí me fije en la wikipedia. ¿Se dieron cuenta del parecido de Marlowe y Sh? Por ahí Marlowe lo eligió por el parecido físico...

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  2. muy bueno; mandemos esto a un grafólogo para conseguir más argumentos con el objetivo favorecer esta teoría.

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/2/2c/KitMarloweSig.JPG

    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/88/Shakespeare-WillSignature3.png

    de cualquier modo, como admirador de W.S., yo estaría dispuesto a aceptar que él fuera hasta extraterrestre.

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  3. Excelente post. Me encantó la intriga policial acerca del asesinato de Marlowe (no olvidemos que su apellido inspiró a uno de los más célebres detectives de la literatura) y su muerte fraguada para devenir WS.
    Saludos

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  4. No he leido mucho de Chandler, quizá sólo una, a lo sumo dos, cuando tenía 17 o 18. Y el tal Marlowe me parecía un cachín maricón. No muuuuy maricón pero sí un poco. No sé, para ser detective negro.. -ya sé es el primero ¿o es Sam Spade?- uh, iba a escribir un montón pero me tocan el timbre. Mejor esconder la mano.

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  5. te las mandastes wuena xoro

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