lunes, 23 de junio de 2008

Madrid

Llego al aeropuerto de Madrid a las siete de la tarde. En mi reloj son las dos.
Yo viajo cómodo en los putos aviones. Zapatillas, pantalón deportivo y una remera (regalo de despedida) que dice con una carita feliz: ¿No me hacés un pete?
Cuando bajo del avión una azafata me comenta que, lamentablemente, tendré que recoger mis maletas y volver a ingresarlas en el avión a Barcelona, nuevas medidas de seguridad. Y de incomodidad, retruco. Me tira su sonrisa prefabricada; "pobre" pienso.
El aeropuerto es monstruoso y tengo 4 horas muertas: el avión sale a las once. Mi ipod sin batería. El cuello me duele horrores y, cuando me dan las valijas, me entregan un hermoso cartelito verde "pasajero en transito". Intento esconderlo cerrando un poco mi camperita deportiva pero no uso el cierre así que el cartelito se ve a la mitad. Estoy bastante ofuscado para cargar las valijas y recorrer el free-shop; quisiera tener euros y pagarme un whisky, de ese que venden en ese bar. Qué pobre que estoy, no puedo gastar de mis 40 euros 20 en alcohol. Me pierdo en el medio de valijas preguntándome si el alcohol es el problema o es la solución. Ya no sé dónde estoy.
-Disculpe, ¿sabe dónde queda la plataforma roja 45?- Al policía
- Siga esta línea. Esta, ud., a veinte metros.
A veinte metros hay una chica en trajecito, parada, mirándome. Mira como si no le importara, y como si hiciera rato que lo hace. Ensayo una sonrisa tímida, de galán loser. Aparta su mirada y se sienta en la fila de bancos, en el primero del pasillo 44. Me resulta rara esa acción: antes parecía que se estaba yendo del aeropuerto con sus dos valijitas rojas. Empiezo a caminar, consciente de que voy a pasar a su lado. Voy a tratar de pasar lo más cerca posible. Paso de largo y me estoy por sentar a sus espaldas, ella ya no me ve pero me dice:
- Yo puedo...- lo dice despacio, tranquila.
- ¿...perdón?- me doy vuelta y miro hacia su silla, ella hace lo propio.
- Hola -me dice- te dije que yo puedo.
- No entiendo -sonrío- ¿podés qué?
Se ríe, con ganas, con el volumen perfecto, ni muy fuerte ni muy bajo y me señala, con las cejas, mi pecho, donde está la remera. Me cuesta creer lo que pasa. No entiendo cómo reaccionar.
- Disculpame, no es mía la remera, bah, quiero decir, me la regalaron, yo no la usaría... bueno, sí, la estoy usando pero es por el viaje, yo viajo cómodo sabés...
Se ríe de vuelta, tiene el pelo muy negro, tiene los ojos muy grises, tiene la boca muy roja, los dientes grandes, sobre todo las paletas; me gusta mucho.
- ¿Te conozco? Tu tonada no es española…
- No, no me conocés y, no, no soy española, soy argentina. Me llamo Analía ¿querés ir a tomar algo? el bar de acá es medio caro pero tienen un buen Bloody Mary.
Son las ocho y media. Cuando llega el mozo ella mueve el dedo por arriba de la carta, como si tuviera un ojo en la yema... con sus verdaderos ojos mira al mozo. Quiero un Bloody Mary, dice. Yo no puedo dudar, no puedo ver los precios, me tengo que comportar. Un Old Fashioned, por favor.
- ¿Y en qué vuelo venías? El mío fue un viaje de mierda -Yo-.
- Vine en tu vuelo. Cuando fuiste por tercera vez al baño, te vi la remera ¿Por qué vas tanto al baño? ¿tenés problemas de próstata o te dan miedo los vuelos?
- Ja, me temo que ninguna de las dos. Tengo hormigas en el culo, eso sí. Yo no te vi, si lo hubiera hecho, hubiera sido imposible dormir.
Sonríe de costado y me mira compasiva, como si valorara mi esfuerzo. Bajo mis ojos y me sonrojo, estúpido. Lo voy a arruinar, lo sé. Además, me queda poco tiempo… maldita Barcelona. Prendo un cigarrillo, estoy nervioso. Alzo la vista y ella está pidiendo otro Bloody con una seña. Mi trago apenas si está empezado.
- ¿Qué estudias?- su voz es cascada, un poco aguda. Es una voz medio graciosa pero habla como si tuviera la voz de Nina Simone.
- Ya no estudio, terminé la facu el año pasado. Estudié filosofía.
- FI-LO-SO-FÍ-A - lo dice lento, con teatralidad, como si tratara de levantar a Aristóteles de la tumba. También lo dice de forma burlona. Me enoja un poco.
- Sí. Me ocupo del ser ¿Qué tal…?- Me hago el gracioso.
- Bravo! Yo limpio mesas y atiendo gente en un bar de Madrid. Me recibí hace dos años de economista y me vine a vivir acá. Me ocupo del parecer. ¿Qué es el ser para vos?
- Uy! dios! no sé. No tengo idea. Supongo que...
- Para mi el ser es ver al otro desnudo, de frente, mirándote con tristeza. Con su panza, con su pelos, con sus tetas semi caídas, con los brazos al costado. Eso es el ser.
- Wow... ¿y el parecer?
- Ja, qué pregunta más fácil. El parecer es todo lo demás.
¿No te vas a tomar el Old Fashioned? lo tenés nuevo... -Le doy un sorbo con esfuerzo. No sé qué decirle, no quiero que la conversación muera. Quiero decir algo inteligente, sagaz. Me rindo.
- ¿Te gusta el cine, Ana? Perdón ¿te puedo decir Ana en vez de Analía?
- Todos me dicen Ana, Analía es muy largo. Mas o menos, hace rato que no disfruto mucho una película. Cuando era adolescente me gustaba mucho Tarantino…
- Ah! Te gusta Tarantino…
- No, ahora no me gusta Tarantino: me parece un maricón. Un nene de mamá. Hace películas violentas para mostrar que es violento sólo porque no puede aceptar que es una marica. Fijate, en perros de la calle, en pulp fiction, siempre se pone como personaje de los malos. Pero le sale el marica, no lo puede contener. ¿A vos te parece que los gangsters son tan refinados como en sus películas? Los hace refinados porque sino él no podría formar parte de ellos, por eso. Fijate los diálogos que tienen los gangsters en Pulp Fiction, en Perros de la calle, parecen filósofos (sin ofender, eh). En ese ambiente afeminado él se hace un personaje y queda bien, no queda fuera de lugar. Por eso hace un cameo en todas sus películas.
- Wow! qué teoría... Aunque Tarantino no aparece en todas sus películas. Fijate Jacky Brown…
- ¿Siempre sos tan exigente con las cosas? Relajate, boludo- La odio y la amo. Se levanta de golpe y se termina, de un trago, su segundo Bloody Mary. Está borrachísima. Casi que tambalea. - ¿Me acompañás al baño? Quiero hacer pis. Porfa.- Empieza a caminar sin esperar respuesta, está muy borracha. Agarro mi equipaje, y el suyo, rápidamente porque ella se aleja sin mirar atrás. La empiezo a seguir, no sé por qué.
- Eh! Señor! la cuenta! No me haga llamar a la policía!- El mozo está bastante enfurecido, ya busca pelea.
Vuelvo sobre mis pasos.
-Lo siento, disculpe ¿cuanto es? ¿40 euros?- Saco mis únicos billetes del bolsillo, los tiro en la mesa.
- ¿No se va a tomar su Old Fashioned? Está casi lleno, señor.
- No puedo, quédeselo de propina- Me mira amargamente.
Empiezo a correr con las valijas, ajenas y propias, en dirección al baño. Cuando llego a la entrada no hay nadie. Se fue. La empiezo a buscar, son las diez. Me quiero morir, qué forro que soy, ni un beso le encaje. El aeropuerto está desierto. Dejo de esperar en la puerta, me doy vuelta y empiezo a caminar hacia la plataforma, el asunto está perdido. Camino uno, dos, tres pasos.
- Hey! ¿adónde vas?- Me doy vuelta. Ahí está ella. Me salta encima y me estampa un beso, sin lengua. Me besa fuerte. Me agarra, de las mejillas, la cara con las palmas abiertas, es tan linda.-Vení acompañame, te quiero mostrar algo del aeropuerto.
- Ehh yo tengo que…
- Dale, es un segundo...- Me agarra de la mano y me arrastra. Yo arrastro las valijas.
Estamos bajando unas escaleras internas de incendio y yo estoy confundido. En el primer descanso me hace una seña: dejá los bolsos acá. Pongo cara de que no entiendo qué mierda pasa. Me acerca la cara como si me fuera a dar un beso pero esquiva mi boca y me dice al oído, despacio:
- Ya te dije, “yo puedo”- Me agarra, fuerte, la pija. Estoy al palo, mal. Me empieza a besar el cuello y, enseguida, se pone de rodillas.
- Por suerte tenés pollera- digo y río tontamente.
- Callate- Me baja la bragueta y me empieza a chupar como si no hubiera mañana: se la engulle. Atrás, adelante. Atrás, adelante. Siempre que va adelante, intenta tocar mi abdomen con sus paletas grandes, la quiere toda. Lo hace fuerte pero despacio. Yo le empiezo a tocar la espalda y a pellizcarla. Me saca la mano derecha y me la pone en su nuca.
- ¿Estas segura?- Uso tono gentil aunque no puedo más. Alza la vista y me dice con los ojos grises que me calle. Le agarro los pelos negros y la empiezo a presionar con fuerza hacia mi abdomen, cada vez más. Le da una arcada, le suelto los pelos. Me mira de nuevo, se saca la pija de la boca.
- Te avisé ¿Estás bien?
- Shhhhhh!
Me empieza a chupar, de nuevo, esta vez con mucha dulzura. Es el mejor pete que me hicieron en mi vida. De repente, me empieza a morder despacio y me mira. De vuelta, un poco más fuerte y me mira. Más. Me mira, desafiante. Más. Me duele. No le importa. Me mira con ojos de nena y muerde, de nuevo, violenta. Pide perdón con esos ojos… y me muerde fuertísimo. Me duele mucho. La agarro de los pelos, la saco y la levanto con fuerza. Le meto la lengua en la boca. La quiero penetrar con la lengua. Hasta el fondo. Si pudiera, le chuparía la campanilla. Lo intento y fracaso. Le chupo la lengua, fuerte. Me saca con los dos brazos, rechazándome. No entiendo nada.
- ¿Qué pasó? ¿Hice algo mal? Disc...
- Si hablás de vuelta, me voy. Callate de una vez- Yo estoy muy caliente, muy.
Me le tiro encima y la acorralo contra la pared. Le agarro los dos brazos y los junto. Se los sostengo con la mano izquierda, bien fuerte, no se los dejo mover. Con la mano derecha la doy vuelta y la pongo contra la pared. Tengo su culo en mi pija. Va a decir algo. Le tapo la boca con mi mano.
- Basta de callarme, hija de puta- se lo digo al oído, jadeando. Ella sonríe en mi mano. Le subo la pollera. Le bajo la bombacha. No tengo forro. Le acerco la pija a la concha, está cálido. Me pone el culo en el abdomen, cada vez más fuerte. Tengo que dilatar, no sé qué hacer. Le empiezo a tocar las tetas, en el bolsillo de su trajecito un sonido de plástico, se cae un forro. Me lo acerca con el pie. Cuando me agacho a buscarlo la presiono contra la pared agarrándole la cintura. Empieza a gemir. Le empiezo a tocar la concha. Está húmeda, húmeda y caliente. Gime cada vez más. Me haría un mp3 con sus gemidos. Le giro la cabeza y la pongo de perfil. Es preciosa. Mientras gime le acerco mi boca a su boca. Quiero comerme sus gemidos, quiero tragármelos. La penetro y grita y gime. Y yo no puedo más. Quiero poseerla toda, quiero que su espalda entre por mi esternón. Quiero que su culo se funda a mis muslos. Quiero acabar con ella.
Sentados en el descanso con todas las valijas, ahí, tiradas. Saco dos cigarrillos y le doy uno. Con el mismo fuego prendemos cada uno el suyo. Me mira profundamente.
- Tenés mucha fuerza. Si hablaras menos esto hubiera sido...
- Yo... yo creo que podría enamorarme de vos... creo que podrías ser mi novia...
Me mira muy sorprendida. Cierra la boca y se pone compasiva: me siente un chico. Responde:
- No, no podrías. Sos pasajero en transito- Me señala con un gesto el cartelito verde, medio roto, medio oculto.
- Uh! el cartelito... ¿se nota mucho?- pregunto con amargura.
- Es como si lo tuvieras pegado en la frente.
Se levanta, agarra sus dos valijitas rojas, me da un beso en la mejilla y se va.

15 comentarios:

  1. Quede pasmada en mi silla y con los ojos enormes...
    Tus aventuras empiezan a parecerse a las Miller, quizas sea Europa.
    Quizas deberia probar!
    D

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  2. ¿Así empezó "the roller-coaster"?

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  3. perdón estoy sin escribir hace rato... noto que eso merma el público, ya empezaré regularmente, dejen aclimatarme.

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  4. Hace mucho que no veo nada nuevo, hay que ponerse las pilas licenciado.

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  5. Esto que escribis es algo creado por un buen escritor es un relato sobre un hecho real?
    De ser afirmativo:
    Sos el personaje?
    De ser negativo:
    Sos un genio, me saco el sombrero.
    La verdad no se que tiene mas merito

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  6. Bueno, dejemos la veracidad de los hechos de madrid a un costado, mejor así, no?
    Gracias por leer, prometo escribir más

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  7. no entiendo por qué el hecho de que sea el relato de un hecho real podría quitarle mérito al relato. todo es y no es el relato de un hecho real. el mérito es escribirlo bien, sea o no sea el relato de un hecho real. y me parece que está muy bien escrito. es mi humilde opinión, al menos.

    saludos.

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  8. Lo que queria aclarar es que de no ser algo basado en un hecho real, el escritor tiene muchisimo merito al escribir de esta manera, de no ser asi es una simple anecdota, que no deja de estar buena y ser interesante, nada mas.

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  9. Creo que no. No hay más mérito en escribir algo bueno e inventado que en escribir algo bueno y basado en un hecho real. Escritores fabulosos han escrito novelas fabulosas basadas en sus propias vidas (o en las ajenas). Me viene a la mente ahora Marguerite Duras y su libro "El amante". El hecho de que esté basado en su vida no lo convierte en lo más mínimo en una simple anécdota. Siempre hay invención, siempre hay ficción y siempre hay realidad. Para juzgar un relato, sólo hace falta conocer el relato. Cualquier otra información podrá ser un dato curioso, pero resulta irrelevante.

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  10. Esta bien son puntos de vista, simplemente le doy valor a la imaginacion del artista, a la hora de escribir. Reconozco que hay mucho valor en como se escribe, ademas de lo que se escribe, y no desvalorizo eso.

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  11. me gusta esto:

    "Me mira muy sorprendida. Cierra la boca y se pone compasiva: me siente un chico".

    me pregunto qué edad imaginás que tiene ella...

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  12. pero entonces
    ¿cogés tan bien como escribís?

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  13. Ja, espero coger mejor de lo que escribo amigo/a. Pago para saber quien sos. Me gustó tu insolencia.
    No se dan una idea la cantidad de escritos truncados que tengo. Dentro de poco saldrá una diarrea, espero.

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  14. ¿pagarías x saberlo?

    ¿en serio?

    slds.

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  15. Sí, pagaría, sin dudarlo.
    Por cierto, me gustó mucho tu blog, Cece, he gastado bombas nucleares en menos cosa que un chimango pero, oh, me arrepiento, ¿debo arrepentirme de mi arrepentimiento? y si lo hago ¿no sería eso gastar polvora en chimango..? y asi.
    Anyway, tenés un nuevo lector.
    Gracias por lo de la frase Julieta la voragine catalana me había hecho olvidar, qué edad tiene, qué edad tiene... treinta y pico? o veinti largos bien puestos?

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