lunes, 23 de junio de 2008

Madrid

Llego al aeropuerto de Madrid a las siete de la tarde. En mi reloj son las dos.
Yo viajo cómodo en los putos aviones. Zapatillas, pantalón deportivo y una remera (regalo de despedida) que dice con una carita feliz: ¿No me hacés un pete?
Cuando bajo del avión una azafata me comenta que, lamentablemente, tendré que recoger mis maletas y volver a ingresarlas en el avión a Barcelona, nuevas medidas de seguridad. Y de incomodidad, retruco. Me tira su sonrisa prefabricada; "pobre" pienso.
El aeropuerto es monstruoso y tengo 4 horas muertas: el avión sale a las once. Mi ipod sin batería. El cuello me duele horrores y, cuando me dan las valijas, me entregan un hermoso cartelito verde "pasajero en transito". Intento esconderlo cerrando un poco mi camperita deportiva pero no uso el cierre así que el cartelito se ve a la mitad. Estoy bastante ofuscado para cargar las valijas y recorrer el free-shop; quisiera tener euros y pagarme un whisky, de ese que venden en ese bar. Qué pobre que estoy, no puedo gastar de mis 40 euros 20 en alcohol. Me pierdo en el medio de valijas preguntándome si el alcohol es el problema o es la solución. Ya no sé dónde estoy.
-Disculpe, ¿sabe dónde queda la plataforma roja 45?- Al policía
- Siga esta línea. Esta, ud., a veinte metros.
A veinte metros hay una chica en trajecito, parada, mirándome. Mira como si no le importara, y como si hiciera rato que lo hace. Ensayo una sonrisa tímida, de galán loser. Aparta su mirada y se sienta en la fila de bancos, en el primero del pasillo 44. Me resulta rara esa acción: antes parecía que se estaba yendo del aeropuerto con sus dos valijitas rojas. Empiezo a caminar, consciente de que voy a pasar a su lado. Voy a tratar de pasar lo más cerca posible. Paso de largo y me estoy por sentar a sus espaldas, ella ya no me ve pero me dice:
- Yo puedo...- lo dice despacio, tranquila.
- ¿...perdón?- me doy vuelta y miro hacia su silla, ella hace lo propio.
- Hola -me dice- te dije que yo puedo.
- No entiendo -sonrío- ¿podés qué?
Se ríe, con ganas, con el volumen perfecto, ni muy fuerte ni muy bajo y me señala, con las cejas, mi pecho, donde está la remera. Me cuesta creer lo que pasa. No entiendo cómo reaccionar.
- Disculpame, no es mía la remera, bah, quiero decir, me la regalaron, yo no la usaría... bueno, sí, la estoy usando pero es por el viaje, yo viajo cómodo sabés...
Se ríe de vuelta, tiene el pelo muy negro, tiene los ojos muy grises, tiene la boca muy roja, los dientes grandes, sobre todo las paletas; me gusta mucho.
- ¿Te conozco? Tu tonada no es española…
- No, no me conocés y, no, no soy española, soy argentina. Me llamo Analía ¿querés ir a tomar algo? el bar de acá es medio caro pero tienen un buen Bloody Mary.
Son las ocho y media. Cuando llega el mozo ella mueve el dedo por arriba de la carta, como si tuviera un ojo en la yema... con sus verdaderos ojos mira al mozo. Quiero un Bloody Mary, dice. Yo no puedo dudar, no puedo ver los precios, me tengo que comportar. Un Old Fashioned, por favor.
- ¿Y en qué vuelo venías? El mío fue un viaje de mierda -Yo-.
- Vine en tu vuelo. Cuando fuiste por tercera vez al baño, te vi la remera ¿Por qué vas tanto al baño? ¿tenés problemas de próstata o te dan miedo los vuelos?
- Ja, me temo que ninguna de las dos. Tengo hormigas en el culo, eso sí. Yo no te vi, si lo hubiera hecho, hubiera sido imposible dormir.
Sonríe de costado y me mira compasiva, como si valorara mi esfuerzo. Bajo mis ojos y me sonrojo, estúpido. Lo voy a arruinar, lo sé. Además, me queda poco tiempo… maldita Barcelona. Prendo un cigarrillo, estoy nervioso. Alzo la vista y ella está pidiendo otro Bloody con una seña. Mi trago apenas si está empezado.
- ¿Qué estudias?- su voz es cascada, un poco aguda. Es una voz medio graciosa pero habla como si tuviera la voz de Nina Simone.
- Ya no estudio, terminé la facu el año pasado. Estudié filosofía.
- FI-LO-SO-FÍ-A - lo dice lento, con teatralidad, como si tratara de levantar a Aristóteles de la tumba. También lo dice de forma burlona. Me enoja un poco.
- Sí. Me ocupo del ser ¿Qué tal…?- Me hago el gracioso.
- Bravo! Yo limpio mesas y atiendo gente en un bar de Madrid. Me recibí hace dos años de economista y me vine a vivir acá. Me ocupo del parecer. ¿Qué es el ser para vos?
- Uy! dios! no sé. No tengo idea. Supongo que...
- Para mi el ser es ver al otro desnudo, de frente, mirándote con tristeza. Con su panza, con su pelos, con sus tetas semi caídas, con los brazos al costado. Eso es el ser.
- Wow... ¿y el parecer?
- Ja, qué pregunta más fácil. El parecer es todo lo demás.
¿No te vas a tomar el Old Fashioned? lo tenés nuevo... -Le doy un sorbo con esfuerzo. No sé qué decirle, no quiero que la conversación muera. Quiero decir algo inteligente, sagaz. Me rindo.
- ¿Te gusta el cine, Ana? Perdón ¿te puedo decir Ana en vez de Analía?
- Todos me dicen Ana, Analía es muy largo. Mas o menos, hace rato que no disfruto mucho una película. Cuando era adolescente me gustaba mucho Tarantino…
- Ah! Te gusta Tarantino…
- No, ahora no me gusta Tarantino: me parece un maricón. Un nene de mamá. Hace películas violentas para mostrar que es violento sólo porque no puede aceptar que es una marica. Fijate, en perros de la calle, en pulp fiction, siempre se pone como personaje de los malos. Pero le sale el marica, no lo puede contener. ¿A vos te parece que los gangsters son tan refinados como en sus películas? Los hace refinados porque sino él no podría formar parte de ellos, por eso. Fijate los diálogos que tienen los gangsters en Pulp Fiction, en Perros de la calle, parecen filósofos (sin ofender, eh). En ese ambiente afeminado él se hace un personaje y queda bien, no queda fuera de lugar. Por eso hace un cameo en todas sus películas.
- Wow! qué teoría... Aunque Tarantino no aparece en todas sus películas. Fijate Jacky Brown…
- ¿Siempre sos tan exigente con las cosas? Relajate, boludo- La odio y la amo. Se levanta de golpe y se termina, de un trago, su segundo Bloody Mary. Está borrachísima. Casi que tambalea. - ¿Me acompañás al baño? Quiero hacer pis. Porfa.- Empieza a caminar sin esperar respuesta, está muy borracha. Agarro mi equipaje, y el suyo, rápidamente porque ella se aleja sin mirar atrás. La empiezo a seguir, no sé por qué.
- Eh! Señor! la cuenta! No me haga llamar a la policía!- El mozo está bastante enfurecido, ya busca pelea.
Vuelvo sobre mis pasos.
-Lo siento, disculpe ¿cuanto es? ¿40 euros?- Saco mis únicos billetes del bolsillo, los tiro en la mesa.
- ¿No se va a tomar su Old Fashioned? Está casi lleno, señor.
- No puedo, quédeselo de propina- Me mira amargamente.
Empiezo a correr con las valijas, ajenas y propias, en dirección al baño. Cuando llego a la entrada no hay nadie. Se fue. La empiezo a buscar, son las diez. Me quiero morir, qué forro que soy, ni un beso le encaje. El aeropuerto está desierto. Dejo de esperar en la puerta, me doy vuelta y empiezo a caminar hacia la plataforma, el asunto está perdido. Camino uno, dos, tres pasos.
- Hey! ¿adónde vas?- Me doy vuelta. Ahí está ella. Me salta encima y me estampa un beso, sin lengua. Me besa fuerte. Me agarra, de las mejillas, la cara con las palmas abiertas, es tan linda.-Vení acompañame, te quiero mostrar algo del aeropuerto.
- Ehh yo tengo que…
- Dale, es un segundo...- Me agarra de la mano y me arrastra. Yo arrastro las valijas.
Estamos bajando unas escaleras internas de incendio y yo estoy confundido. En el primer descanso me hace una seña: dejá los bolsos acá. Pongo cara de que no entiendo qué mierda pasa. Me acerca la cara como si me fuera a dar un beso pero esquiva mi boca y me dice al oído, despacio:
- Ya te dije, “yo puedo”- Me agarra, fuerte, la pija. Estoy al palo, mal. Me empieza a besar el cuello y, enseguida, se pone de rodillas.
- Por suerte tenés pollera- digo y río tontamente.
- Callate- Me baja la bragueta y me empieza a chupar como si no hubiera mañana: se la engulle. Atrás, adelante. Atrás, adelante. Siempre que va adelante, intenta tocar mi abdomen con sus paletas grandes, la quiere toda. Lo hace fuerte pero despacio. Yo le empiezo a tocar la espalda y a pellizcarla. Me saca la mano derecha y me la pone en su nuca.
- ¿Estas segura?- Uso tono gentil aunque no puedo más. Alza la vista y me dice con los ojos grises que me calle. Le agarro los pelos negros y la empiezo a presionar con fuerza hacia mi abdomen, cada vez más. Le da una arcada, le suelto los pelos. Me mira de nuevo, se saca la pija de la boca.
- Te avisé ¿Estás bien?
- Shhhhhh!
Me empieza a chupar, de nuevo, esta vez con mucha dulzura. Es el mejor pete que me hicieron en mi vida. De repente, me empieza a morder despacio y me mira. De vuelta, un poco más fuerte y me mira. Más. Me mira, desafiante. Más. Me duele. No le importa. Me mira con ojos de nena y muerde, de nuevo, violenta. Pide perdón con esos ojos… y me muerde fuertísimo. Me duele mucho. La agarro de los pelos, la saco y la levanto con fuerza. Le meto la lengua en la boca. La quiero penetrar con la lengua. Hasta el fondo. Si pudiera, le chuparía la campanilla. Lo intento y fracaso. Le chupo la lengua, fuerte. Me saca con los dos brazos, rechazándome. No entiendo nada.
- ¿Qué pasó? ¿Hice algo mal? Disc...
- Si hablás de vuelta, me voy. Callate de una vez- Yo estoy muy caliente, muy.
Me le tiro encima y la acorralo contra la pared. Le agarro los dos brazos y los junto. Se los sostengo con la mano izquierda, bien fuerte, no se los dejo mover. Con la mano derecha la doy vuelta y la pongo contra la pared. Tengo su culo en mi pija. Va a decir algo. Le tapo la boca con mi mano.
- Basta de callarme, hija de puta- se lo digo al oído, jadeando. Ella sonríe en mi mano. Le subo la pollera. Le bajo la bombacha. No tengo forro. Le acerco la pija a la concha, está cálido. Me pone el culo en el abdomen, cada vez más fuerte. Tengo que dilatar, no sé qué hacer. Le empiezo a tocar las tetas, en el bolsillo de su trajecito un sonido de plástico, se cae un forro. Me lo acerca con el pie. Cuando me agacho a buscarlo la presiono contra la pared agarrándole la cintura. Empieza a gemir. Le empiezo a tocar la concha. Está húmeda, húmeda y caliente. Gime cada vez más. Me haría un mp3 con sus gemidos. Le giro la cabeza y la pongo de perfil. Es preciosa. Mientras gime le acerco mi boca a su boca. Quiero comerme sus gemidos, quiero tragármelos. La penetro y grita y gime. Y yo no puedo más. Quiero poseerla toda, quiero que su espalda entre por mi esternón. Quiero que su culo se funda a mis muslos. Quiero acabar con ella.
Sentados en el descanso con todas las valijas, ahí, tiradas. Saco dos cigarrillos y le doy uno. Con el mismo fuego prendemos cada uno el suyo. Me mira profundamente.
- Tenés mucha fuerza. Si hablaras menos esto hubiera sido...
- Yo... yo creo que podría enamorarme de vos... creo que podrías ser mi novia...
Me mira muy sorprendida. Cierra la boca y se pone compasiva: me siente un chico. Responde:
- No, no podrías. Sos pasajero en transito- Me señala con un gesto el cartelito verde, medio roto, medio oculto.
- Uh! el cartelito... ¿se nota mucho?- pregunto con amargura.
- Es como si lo tuvieras pegado en la frente.
Se levanta, agarra sus dos valijitas rojas, me da un beso en la mejilla y se va.

miércoles, 18 de junio de 2008

La muerte de Christopher Marlowe

Christopher Marlowe era el dramaturgo más grosso de la Inglaterra del siglo xvi. Hasta que se murió y el cetro pasó a manos de William Shakespeare. Varios eruditos dicen que Shakespeare odiaba a Marlowe, hipótesis apoyada por el hecho de que ninguna obra de Shakespeare fue llevada a escena sino hasta después la muerte de Marlowe. Aunque la misma hipótesis suena descabellada al comprobar que todos los registros afirman que Marlowe y Shakespeare nunca se vieron las caras y que Shakespeare fue un total desconocido hasta el estreno de su primera obra, varios meses después de la muerte de Marlowe. Pero la verdad es que Marlowe no se murió. Marlowe fue asesinado. Y todavía hoy queda una pátina de misterio acerca de qué fue lo que sucedió. El fin del siglo xvi no era la mejor época para ser londinense. Las condiciones climáticas eran las mismas que ahora, solo que no tenían luz eléctrica, ni antibióticos y ni agua corriente. Encima la peste bubónica mataba a uno de cada cinco habitantes. En ese escenario reinaba Isabel I, que era protestante y tenía un servicio secreto dedicado exclusivamente a desbaratar las conspiraciones de los católicos para asesinarla. No se sabe cuántas personas trabajaban en esa empresa, pero los que nos interesan son solo dos. Robert Poley y Nicholas Skeres. Poley era un agente de carrera. Había trabajado toda su vida al servicio de la reina llevando correspondencia secreta por todas las cortes de Europa. Era tranquilo, sonriente, y si su majestad Isabel I le pedía algo, él lo hacía. Skeres era el asistente de Poley. Un tipo oscuro del norte de Inglaterra al que nadie le entendía cuando hablaba, y al que igual no hacía falta entender porque las relaciones diplomáticas de la pareja estaban a cargo del sonriente. Skeres, además de oscuro era grueso, feo, tosco. Poley lo había conocido en un prostíbulo de Londres la noche en que Skeres apuñaló a dos borrachos y una puta en una pelea por una cuenta impaga. Al final de la reyerta le ofreció el perdón real a cambio de sus servicios de por vida. En 1593, Marlowe no estaba en Londres. Marlowe estaba en Deptford. Algunos dicen que escapando de la peste bubónica, otros que escondiéndose de los hombres de la reina que lo buscaban por hereje. Marlowe, además de ser el dramaturgo más grande de su tiempo, era católico. Y una acusación de herejía podía incluir cosas tan amplias como ser católico, leer un libro prohibido o acostarse con un hombre. O conspirar contra la reina de Inglaterra. Y Marlowe llevaba a cabo todas estas actividades con frecuencia. El 29 de mayo de 1593, Marlowe recibió una carta de Thomas Walsingham, su mecenas. En la carta, Walsingham le explicaba que los hombres de la reina siempre habían sabido de su escondite, y que si no lo habían matado hasta ahora había sido por su protección. También le decía que su protección había llegado a su fin y que lo mejor que había podido negociar era una reunión para el día siguiente con dos representantes de la corona. En esa reunión le iban a ofrecer un trato a cambio de no ejecutarlo. Walsingham creía que Marlowe iba a tener que escoger entre la ejecución y el destierro, y le recomendaba elegir el destierro. En esa época los reyes duraban mucho menos que los poetas y siempre iba a tener la oportunidad de volver. Marlowe recibió la carta de manos de Igram Frizer, el asistente personal de Walsingham. Por eso sabía que la carta no era falsa y que la reunión no era una trampa. A menos que Walsingham también estuviera implicado, en cuyo caso, todo estaba perdido. La carta terminaba diciendo que Frizer, el asistente de Walsingham, estaba ahí para ayudarlo en lo que fuera necesario. Yo creo que si Walsingham hubiera estado al tanto de lo amplia que era la imaginación de Marlowe, hubiera limitado su oferta. Esa noche Frizer se quedó a dormir en la cabaña de Marlowe. Nadie sabe por qué, nadie sabe de qué hablaron. Y nadie sabe lo que las palabras de Marlowe, dramaturgo, conspirador, disoluto y erudito, pudieron haber hecho sobre los oídos de un simple asistente. Al día siguiente Marlowe y Frizer salieron a encontrarse con los dos agentes de la reina, que no eran otros que Skeres y Poley. La reunión se llevó a cabo en la casa de Eleanor Bull, una dama que alquilaba su casa para reuniones y que a las cinco en punto servía té y scons. La presencia de Eleanor es importante porque no hubo otro testigo que no estuviera, de un modo u otro, implicado en el asesinato. Su versión de los hechos, parcial y fragmentaria pero honesta al fin, es la que aparece en el reporte del investigador encargado del crimen de Marlowe, el único documento confiable sobre este caso[1]. Eleanor Bull presenció la muerte de Marlowe desde el patio de su casa. Llevaba una bandeja con té y scons en el momento en que vio, a través de la ventana que daba al patio, lo que sucedía dentro de la habitación. No pudo escuchar nada y solo pudo ver lo que el cuadrado transparente dejaba ver. En una mesa estaban sentados Marlowe, Frizer, Poley y Skeres. A un lado, el poeta y el asistente. En frente, los dos agentes de la reina. A pesar de no saber de qué hablaban, Eleanor asegura que estaban teniendo una discusión acalorada. Entonces Marlowe desenfunda un cuchillo. El poeta amenaza a los agentes de la reina y Frizer, el asistente de Walsingham, trata de detenerlo. Lo toma de muñeca e intenta sacarle el puñal. Marlowe reacciona y con un movimiento brusco se lo saca de encima. Frizer, casi instantáneamente y como si fuera el paso de una coreografía, desenfunda su propio puñal y se lo entierra en el ojo al máximo poeta de la Inglaterra isabelina. La imagen de Marlowe retorciéndose del dolor mientras le brota sangre del cuenco del ojo fue demasiado para Eleanor, que se desvaneció. Cuando volvió en sí, Marlowe seguía vivo y había parado la hemorragia con uno de sus manteles. Skeres y Poley habían reducido a Frizer y lo tenían maniatado. En el suelo, Marlowe grita que lo lleven a un hospital. Los agentes de la reina dudan y Eleanor sugiere subirlo una carreta y viajar hasta el hospital de Blackheath. Los agentes primero dudan y luego acceden. Skeres, el oscuro, se queda custodiando a Frizer. Poley, el sonriente, se va con Miss Eleanor y Marlowe en la carreta. Cuando llegan al hospital de Blackheath Marlowe ya no habla, ni siquiera gime de dolor. A cien metros del edificio, se pueden ver los cuerpos de los enfermos de peste. La muerte negra había hecho rebalsar el sistema sanitario inglés y los cadáveres se mezclaban con los enfermos que esperaban atención médica o por lo menos una muerte digna. La carreta se acerca de a poco y el olor putrefacto se les mete a Eleanor y a Poley en la boca y en la nariz. El cuerpo puede más que la educación y Miss Eleanor Bull vomita sobre un costado de la carreta. Dice que no avanza más. Poley no intenta convencerla y hace caso. Para él Marlowe está muerto y le da lo mismo si deja este mundo desangrado o por la peste bubónica. Abandonan el cuerpo del poeta en el suelo y se van diciendo que hicieron lo mejor que pudieron. Marlowe no pide auxilio ni gime de dolor. De vuelta en la casa de Miss Eleanor Bull, Poley le cuenta a su compañero lo que sucedió y se llevan a Frizer para que sea juzgado por el asesinato de Marlowe. Ingram Frizer pasó un mes en un calabozo de la Torre de Londres, al cabo del cual fue absuelto por haber actuado en defensa propia. Christopher Marlowe fue enterrado en una fosa común del cementerio de St. Nicholas, el primero de junio de 1593. Los artículos y las publicaciones al respecto de la muerte de Marlowe se apilan a montones. La mayoría dicen que ir a la casa de Eleanor Bull fue el peor error que Marlowe pudo haber cometido. Otras, como la de Calvin Hoffman, creen que fue la obra más personal y arriesgada de su carrera de dramaturgo, la última antes de desaparecer y comenzar a escribir las obras maestras que enviaría a Londres para que las publique, con su nombre, el campesino llamado William Shakespeare. [1] En 1925, el erudito Leslie Hotson encontró en la Public Record Office of the United Kindom el reporte del investigador. Hasta ese entonces, toda la información sobre la muerte de Marlowe provenía de las elegías, necrológicas y otros elogios fúnebres que los escritores de la época dedicaron al dramaturgo.

A A

Basado en Walk Away de F. F. Y si el otro día te vi alejarte es porque me excita cuando lo hacés y si no me respondés... ay! cómo adoro el sabor de tu desprecio! porque sí, nena, yo soy frío pero no tan frío como vos Dale, hablá encima mío levantate del bar, tirame el café en la camisa así sos la mujer de mi vida y yo te quiero morder el cuello con fuerza porque sí, nena, yo soy frío pero no tanto como vos Me gusta como seducís a otros en lugar de a mí y si mientras te los cogés, mirás atrás yo voy a saber que sos la elegida porque sí, nena, yo soy frío pero no tanto como vos

lunes, 9 de junio de 2008

El escritor maldito

N- (...) L- Mmm Hay pocas cosas que puedo decir sobre AB estando sobrio. Unos meses antes de estar muerto, en la casa de A(b), AB me prestó unas obras escogidas de Jean Ray. Jean Ray es el escritor maldito. Era antisemita, vulgar, borracho, traficante de armas, de alcohol y hasta burócrata.Ah! también le gustaban mucho las putas, las de puerto. Cuentan que en una discusión acalorada con un editor, salieron el editor y las cosas que tenía en su despacho por la ventana. Es evidente que Jean Ray era. A veces disfruto pensando en una liga de lucha libre de escritores. Jean Ray es el malo, pero el más malo, y siempre pierde por un pelo con un gil al que detesto. Ray cuenta que toda su vida estuvo sesgada por un fantasma que vestía un pañuelo rojo. Tuvo, a lo largo de toda su vida, cinco encuentros con el fantasma. Al segundo encuentro ya quiso trompearlo. Todo esto está en la introducción a las obras escogidas. N- (...) L- Sí, era toda una aventura que AB me prestara un libro. Yo sabía que él me iba a dar algo que valía la pena pero también sabía que me lo iba a quitar pronto. Es como... no se, imaginate estar haciendote una paja y tener la certeza de que en cualquier momento va a entrar alguien, generando una situación incómoda. Vos querés terminar pero sabés que te tenés que apurar. N- (...) L- Bueno si extrapolás eso a mi caso, es identico... sólo que la paja te la hacés con las manos frías. A los tres días de prestado el libro, llamó AB "¿terminaste el libro? Yo necesito trabajar con esas cosas" . Claro que no lo terminé, hijo de puta, hace tres días que lo tengo, tiene 500 páginas. "No AB, estuve leyendo otras cosas también, no te preocupes, te lo alcanzo mañana" "¿Leíste algo, al menos?" "Sí, leí 'los cuentos del Whisky' y algunas cosas sueltas. Me pareció muy bueno, creo que es mejor que Poe en muchos aspectos" N- (...) L- El otro día empecé a buscar las obras escogidas de Jean Ray. Empecé por A(b), la encargada ahora de la biblioteca de AB, ella me dijo que ya era la tercera vez que se lo pedía y que no insista, que el libro estaba catalogado y que, por lo tanto, ya estaba vendido. Fair enough. Fue entonces que decidí no parar hasta conseguir el libro. Empecé por la librería Santa Fe, Yenny, etc. No sólo no lo tenían, sino que ninguno de los experimentados vendedores conocía a Jean Ray y tampoco lo encontraban en sus computadoras! No contento con eso, me dirigí a los parques. Nada. Caras de confusión pero sobre todo de desinterés. Luego, hablé con F. Fijate si en Barcelona se consigue. Al menos lo conocen, dijo F. No, no lo tienen ni en pedo. N- (...) L- Sí, esa era mi última opción, siempre evito ese lugar. Lo odio y, al fin y al cabo, nunca tienen nada. Pero claro, no podía quedarme con la duda y, además, sabía que me iba a dar algo que contar. Así fue. Antes de entrar, busqué el cartelito de bienvenida en la vidriera, ese que dice: "Si ud. está aquí, es porque su madre decidió no abortarlo" Ahhh. Refrescante. Pero no estaba ¿Lo habré buscado lo suficiente? Me atendió un viejo, lo cual era perfecto para la aventura, sólo necesitaba que el viejo supiera quién era mi autor "Hola, busco algo de Jean Ray..." Me miró con una especie de reverencia, sonreí hacia la derecha. "No tengo nada de él ¿Pero vos sabías que era una persona muy polémica?" "Bueno, sí. Odiaba a los judíos" dije resignado, como diciendo, a veces hay que pagar precios altos por ciertas cosas. "No" me dijo tajante y prosiguió "él odiaba a los prestamistas que, claro, en ese momento eran judíos..." Confieso que era más de lo que esperaba, en el fondo, soy un ingenuo. "Bueno, señor, pienso que el hecho de que él considerara que todo asqueroso prestamista era judío lo hacía un poco antisemita" Me miró raro y con mueca, como si no se hubiera esperado el retruque obvio. "Pensé que si buscabas algo tan bueno como Jean Ray era porque eras un poco más inteligente, pibe, no tan simplista" Lo odié con toda mi alma por un cuarto de segundo. Usé otro cuarto de segundo para rogar lanzarle una buena respuesta, el resto del segundo fue llenarme de valor. "Bueno, no, señor. La verdad es que soy bastante simplista. Por ejemplo, me cago bien en Platón y en su estúpida teoría de las ideas. Si pudiera, le cortaría el cuello y con la navaja de Ockham para que no joda más" No se por qué elegí a Platón, al fin y al cabo, quiero bastante al psicópata. Creo que fue porque quise ser ofensivo, rebelde y snob al mismo tiempo; quise ganar con soberbia; consecuentemente, rematé "Quizá, podrían empezar a traer libros que valgan la pena a esta librería. Buenas tardes." Mientras volvía a casa, agradecí al cielo darme ese momento tan sagrado, hacía rato que se me negaba. N- (...) L- Al otro día llamó A(b). Yo sé que AB quería que tuvieras ese libro para vos, es tuyo. Dijo. "Yo lo arreglo". N- (...) L- Dejame leerte este comienzo. Jean Ray es tan oscuro como Poe pero es claramente más brutal. "Hacía cuarenta años que Rooks trabajaba duramente. Vivía con su padre, el cual tenía un poco de dinero y ahorraba ferozmente lo que ganaba su hijo. ¡Cuarenta años! Y el viejo no quería morirse. Una noche, Rooks conoció a una hermosa rubia que podía ser suya por tres chelines. Rooks estranguló a su padre y se convirtió en el amante de la hermosa rubia. Al cabo de un mes, le quedaban ocho peniques. Entonces, conoció las noches frías de Whitechapel y el húmedo abrazo de la niebla. El cadáver del viejo estaba oculto debajo de las tablas del piso del dormitorio de la casa paterna; y Rooks, que no tenía bastante ciencia para burlarse de las supersticiones, no se atrevía a entrar a la casa." N- ... L- Es genial ¿viste? El final del cuento es espectacular. El otro día, leyendo las últimas páginas del libro, encontré algo escrito por AB en la contratapa. "¿Qué tiene de común el cuento de terror con la poesía? - La belleza y el horror se presentan de improviso: in medias res. " Eras bueno, AB. Bueno, desconocido y otras cosas más. Como Jean Ray.

martes, 3 de junio de 2008

The Journey

Burgundy. Esa es una palabra que no conocía. Me la encontré en Just like Tom thumb's blues de Dylan. Un burgundy es un viaje de exploración de los niños ricos, de algún lado, a un lugar pobre. En una época, o casi siempre, los niños yanquis se iban a coger y emborrachar a México. Cuando lo hacían, vivían un burgundy. En el tema de Bob, los chicos viajan a ciudad de Juárez y descontrolan. El ambiente de la canción es uno de mis favoritos y gracias a él, descubrí la palabra, burgundy. El verso final de la canción dice: Yo empecé con la travesía (I started out on burgundy) Pero, pronto, me choqué con lo más duro (But soon hit the harder stuff) Todos dijeron que me apoyarían (Everybody said they'd stand behind me) Si el asunto se ponía áspero (When the game got rough) Pero la joda fue para mí (But the joke was on me) No había nadie siquiera para secundarme en mis mentiras (There was nobody even there to call my bluff) Me vuelvo a NY (I'm going back to New York City) Creo que ya tuve suficiente (I do believe I've had enough) La traducción es mala por dos motivos, el primero es que no tiene el menor valor literario: no hay rima, se cambian"call my bluff" por "secundarme en mis mentiras", "but the joke was on me" por "pero la joda fue para mí" etc. El segundo motivo voy a develarlo al final. Empecé a escuchar este tema cuando volví de allá. Y siempre me identifiqué con este verso. De algún modo retorcido pensaba que volver a Bs. As. era una especie de Burgundy: yo venía de allá, llegaba a un país del tercer mundo, la moneda era barata, la bebida también. Acá me encontré con lo áspero. Hubo puteríos. Hubo vómitos. Hubo estar pérdido en la lluvia, hubo dolor, hubo policía... era un fucking burgundy. Ahora, menos perdido, me doy cuenta que forzaba la comparación por la última línea. Fin: La traslación "yo empece con la travesía" es pésima. Burgundy significa Borgoña (vino) y lo correcto sería poner "empecé por el borgoña pero pronto me topé con cosas más duras". No se por qué, yo escuchaba I started the burgundy... Como no conocía la palabra, busqué, imaginariamente, en el diccionario Burgundy y leí, de modo fantasioso, viaje de bajo costo a lugares del tercer mundo, normalmente acompañado de situaciones extremas. Amaba la palabra. Pero hoy la busqué y no existe. Qué triste. Te voy a extrañar.

lunes, 2 de junio de 2008

Adolescencia violenta

Hoy encontré entre mis libros "Cómo educar a los padres" de Pergolini y Rozitchner. Como estaba yendo para el baño, me lo llevé.Odio a Perg y a Roz, son forros-forros. En el trayecto de la pieza al baño me regodeaba al pensar lo mucho que iba a disfrutar el momento de lectura. Como uds. sabrán, una de mis actividades favoritas es indignarme y este libro, pensaba, me iba a proporcionar mucho de eso. Libro noventoso, escrito por forros... era una apuesta segura. La cuestión es que lo poco que leí me sorprendió. Disfruté bastante los minutos de lectura: hasta me reí. El libro tiene exceso de pronombres, parece como si fuera una traducción literal de algo escrito en inglés. No me malentiendan, no desconfío plagio de Pergolini y Rozitchner, desconfío plagio del sujeto que escribió el libro. Vuelvo a mi punto. Me gustó lo que leí. Lo cual me dejó pensando ¿cómo puede ser que un libro escrito por forros me haya gustado? Más aún, esto tiraba abajo mi explicación de por qué consideraba un ídolo a Pergolini cuando tenía 14 años y ahora lo considero un forro. Mi explicación era: ya no me gusta Pergolini porque cambié en el transcurso de estos años. Pero la explicación se va al demonio, me gusta, ahora, lo que Pergolini hacía cuando yo tenía 14 años. La única solución posible es que el que haya cambiado sea Pergolini. Hay una opción más: que los dos hayamos cambiado. Si Hume tiene razón, la idea de identidad de las cosas a través del tiempo es ficticia. Si esto es así, tanto Pergolini como yo cambiamos. Él, seguro que para peor, yo, también.

domingo, 1 de junio de 2008

Mentes suspicaces (o el Platón del Rock)

He escuchado decir a algún melómano amigo que Elvis no es un peso pesado. Al fin y al cabo, era poco lo que el tipo escribía y sus discos eran colecciones de hits más que álbumes integrales -algo que pide ahora el estándar musical-. El éxito de Elvis se explica dada su pinta, su forma de moverse -algo escandaloso en un white trash-, su voz y los Jordanaires -esa mítica banda de cantores-. Yo creo que Elvis es un peso pesado. Yo creo que Elvis se come crudo a Tyson. Puedo probarlo. Después de un primer éxito fenomenal, a Elvis se le fue la mano con las pastillas y los laureles y se fue al tacho. Así nomás. Gordo, drogadicto y con la beatlemanía en el orto. Suspicious minds es el tema que formó parte del gran regreso de Elvis a fines de los '60, junto con In the ghetto. Suspicious Minds muestra que el gordo era un grande-grande. La canción era de hacía unos años compuesta por un tal James y no estaba ni cerca de haber sido un hit. Cuando Elvis la escuchó, dijo que la quería para él, que la haría un éxito. Así fue. El tema es el último número 1 del rey. No sólo eso, el tema es el mejor tema que Elvis grabó. Así nomás. EL MEJOR TEMA DE ELVIS. 1- El tema introduce, por primera vez en los hits de Elvis, coros femeninos. Esto es semi correcto. In the ghetto, que salió antes en el '69, tiene coros femeninos pero son cuasi decorativos y, además, si la wiki tiene razón, SM fue grabado antes, a pesar de haber salido después. Los coros femeninos en SM son brillantes, las negras la descocen y tienen una especie de protagonismo muy interesante. Más que nada porque el gordo las deja cantar y las negras lo aprovechan, por favor, escuchen a las negras. 2-Un segundo punto interesante del tema es la forma en que está cantado por Élv. Hay mucha pasión, hay virtuosismo y hay teatralidad, teatralidad bien contenida, no teatralidad a lo Sandro, teatralidad a lo gardel. Es imposible no emocionarse con los ruegos que el amante le lanza a la celosa. Creo que es la mejor interpretación de Élv, el fraseo no es difícil pero los ruegos son sentidos y brillantes. 3-Otro punto interesante es la jugada de la doble voz. En los '60 los lentos se hacían con un double track en la voz. Esto quiere decir que la voz del cantante se duplicaba: escuchábamos dos voces cantar y no una; creo que para darle más cuerpo y hondura. Lo que se hacía era tomar la mejor toma y ponerla dos veces (superpuestas). Mccartney era un fanático de esto: creo que lo hizo por primera vez en a taste of honey en el primer disco de los beatles. Más adelante, Mccartney empezó a usar el double track con un twist: ahora hacía dos tomas de voz distintas , cantando al mismo tiempo (por ejemplo en here, there and everywhere). Con lo cual era como si cantara un dueto de Mccartneys o un dueto de Lennons. Elvis hace un double track de este estilo en SM y el resultado es genial, hay que escucharlo. 4- Por último, la canción tiene, al mejor estilo de la época (al mejor estilo Hey jude), una repetición final interminable del estribillo. Lo interesante de esto en SM es que este cantar repetitivo de estribillos, que no nos molesta para nada, tiene un cuasi fade out y luego un fade in, estoy casi seguro que esto ya se había hecho pero años después escucharíamos este recurso hasta el hartazgo, grande Elvis! Como dato curioso: para mis oídos noventosos, el fade out de SM es un poco abrupto ¿Por qué será? Premio para el que lo averigue y postee. El tema